miércoles, 27 de julio de 2011

Quizá algún día

Estoy cansada. Y no me extraña, supongo que es por los cuatro días que he pasado. Supongo que es una mezcla de todo, de nervios, de alegría, de excitación, de movimiento...
Yo sé lo que me hace falta para estar bien. Lo sé hace tiempo, pero una vez más lo he corroborado.
Él. Mi niño. Mi ex. Mi vida. Mi locura. Ya no sé cómo llamarlo.

Hace justo una semana que nos encontramos en la playa, cerca de nuestro sitio. Yo fui al bosque porque me apetecía caminar un rato y no sólo sentarme en la arena. Sabía que había posibilidades de que estuviera, pero tampoco sabía si estaría solo o acompañado. Iba muy nerviosa, pero en el fondo no podía irme de allí, por si lo veía, y porque también tengo derecho a ir a los sitios que me gustan.
Entonces nos encontramos de frente. El se quedó alucinado, y a mí casi me da un patatús de los nervios que llevaba y verlo a él solo delante de mí. Fue un poco raro, pero se alegró de verme. Nos fuimos a un sitio más tranquilo a hablar. Allí me abrazó, dijo que tenía muchas ganas, que me había echado mucho de menos, que con ella no acababa de estar bien del todo, que no sabía cómo iba a acabar todo, que salían y hacían cosas pero en plan bastante sedentario. En fin, lo de siempre, pero un poco más agobiado. Nos besamos, nos abrazamos otra vez, me preguntó al oído si le había echado de menos.
Cuando ya nos fuimos y salimos al camino principal él se adelantó por si ella le esperaba fuera o cualquier cosa, en el fondo todo sigue igual. Le volví a repetir que era por eso que había querido dejarlo, que no quiero esconderme para estar con él ni tengo por qué hacerlo. No sabía cómo despedirse, ninguno decía la última palabra, hasta que al final le dije, anda vete, me besó en la mejilla y se marchó. A los pocos pasos se volvió a mirarme, me sonrió y me dijo adiós con la mano.

Ya no hablamos, ni pasó nada, hasta el sábado por la tarde, que estaba yo en casa con mi dolor de garganta y echa un asco cuando sonó el teléfono. Era un número de Barcelona y me extrañó, pero lo cogí de todos modos. Habían ido a pasar allí el día, habían discutido y cada uno por su lado. El estaba esperando el tren y como tenía el coche aquí y tenía que pasar cerca de mi casa me preguntó si podía subir un rato cuando llegara.
Cómo iba a negarme, estaba mal y no podía decirle que no. Vino un rato, poco, porque tenía que marcharse para no llegar muy tarde a casa. Hablamos, nos acostamos y le dije, dime que no me echas de menos solo por esto. El en broma contestó que claro que sí. Y luego añadió, ese es el problema, que no te echo de menos solo por esto.

A la mañana siguiente me llamó, me preguntó qué tal estaba y me dijo que me iba a proponer una cosa. Ir a pasar el día a Peñíscola. Claro que sí!
Fuimos para allá, paseamos y nos dimos una buena caminata por todo el paseo marítimo. Comimos nuestra paella con langosta y brindamos con sangría. Nos dimos un paseo por el pueblo, tomamos un cocktail, y luego nos fuimos al cine.
Hacía tanto que no íbamos juntos, que tenía tantas ganas de hacerlo, que disfruté como una enana. No me acordaba de nada, ni del dolor de garganta ni de los malos ratos. Aunque salió la inevitable conversación de siempre lo pasamos genial.

El caso es que pudimos hacer todo eso porque ahora no lleva móvil, y claro, ella no lo puede localizar y está tranquilo. Se ve que tuvieron una discusión, él lo tiró al suelo y lo rompió. No sabía yo que llegaban a tanto sus discusiones. Y esto fue en el poco tiempo que estuvimos sin hablarnos ni vernos. Le dije que ahora no sería porque sospechara porque no nos habíamos visto, pero parece que tienen varios frentes abiertos y al final todo acaba en lo mismo.

El lunes me llama y me propone ir a comer al chino. Vale!
Le esperé, comimos, que también hacía muchísimo que no íbamos allí, fuimos a tomar algo y luego vinimos a casa. No sé qué nos pasa que nos ponemos como locos, hicimos el amor en el sofá, uno de esos polvos que te dejan agotada y extasiada. Se fue sobre las ocho y media de la tarde, ni siquiera nos habíamos dado cuenta de la hora.

Ayer, me dice que podríamos ir a comer fuera, pero que como había gastado mucho, y yo tampoco tenía ya nada, la verdad, que si viene a casa. Yo encantada de prepararle otra vez sus espaguetis, de estar con él aquí.
Se duchó al llegar y cuando vio la mesa puesta que tampoco había nada del otro mundo, dijo, hala que guay. La verdad que aunque no fuera por la noche y no estuviésemos a la luz de las velas daba una sensación de intimidad, no sé cómo explicarlo.
Sobremesa en el sofá, tumbados, abrazados, hablando, riendo. Preguntando qué pasaría. No lo sé. Tú quieres arreglar las cosas con ella no? para eso la quieres, se supone que estás enamorado de ella, no quieres que se vaya a Murcia no? (parece que ella quería pedir un traslado allí porque había una vacante y así alejarse)
-Es que no lo sé, yo quiero estar con las dos.
- Pero eso no puede ser, ya lo sabes.
- Ya.
- Entonces si la quieres a ella, está claro
- Es que tampoco acabo de estar bien del todo solo con ella.
- Ya, pero me dijiste que cuando estuviste solo conmigo te faltaba algo, que se supone que es lo que tienes con ella.

Al final como siempre, no arreglamos nada, disfrutamos del momento, volvimos a hacerlo en el sofá y cada vez mejor.

Estos días, no me ha dolido nada, he estado de mejor humor, no me molestaba todo. He disfrutado de estar en el cine con él, de estar tumbados en el sofá y él abrazándome, de nuestras conversaciones de cualquier tema, de descubrir cosas, de confesarnos cosas, de reirnos, de compartir las horas. Casi he conseguido olvidarme de todo.

Hoy no hemos quedado, ya me dijo que seguramente irían a la playa donde siempre, y me ha llamado que al final iban a hacer otra cosa, por si quería ir yo allí. Pero hoy estaba tan cansada que me he quedado en casa, además el tiempo está chunguillo y mi garganta no acaba de curarse, así que he preferido quedarme. No sé cuándo volveremos a vernos. No sé si hoy y los siguientes días estarán bien o volverán a discutir enseguida. Pero sé que me echará de menos, aunque no arregle las cosas. Sé que volveré a caer con todo el equipo. Pero también sé que al menos haré algo.
Quizá esta vez, ahora que ha visto que con ella no está del todo bien, cambien las cosas. O quizá no.
Ya se verá.

7 comentarios:

Nekki dijo...

Si eres capaz de soportar de que juegue a dos bandas... te admiraré... suerte...la necesitarás...

Saludos!

Tonta dijo...

Mi niña!!Es tu vida y sólo tu eres la dueña, la verdad a mí lo único que me importa es que seas feliz, con o sin él.
y si te equivocas, el daño te lo haces tú...nadie más.
Ojalá las cosas cambien, y sean para bien, que ya te lo tienes bien merecido!!!
Un beso enorme!!!

Carnmars dijo...

Igual es q él no es de tener una sola relación no???

SI miras del lado menos práctico al menos tu no eres la engañada no????...no es q tu posición sea más fácil pero al menos sabes q no te engaña...y si quieres seguir con él, aunque no duela menos, al menos es tu decisión y tu eres la q arriesgas!!!!

Tú estás bien??? pues perfecto!

Ah y q no te de verguenza contar nada pq esto es tu blog y en el escribes lo q te da gana!!!

Besicos.

Anónimo dijo...

Aliméntate de esperanzas si es lo que quieres, pero en el fondo sabes muy bien que nunca tendrás con él la relación que deseas.

Eva dijo...

Nena siento ser dura, pero nada va a cambiar, él no cambiará y de repente decidirá que sólo quiere estar contigo.

Ten eso bien claro, y si sabiéndolo puedes ser feliz con los ratos que está contigo pero sin pasarlo mal cuando no lo esté, pues adelante, lo importante es que seas feliz.

Besos.

Carnmars dijo...

Q tal el finde???

El mío súper tranquilo!

Besicos.

Pilar dijo...

sally no puedes vivir de esperanzas... si kieres estar así con él adelante, se feliz así pero no esperes más.

muaaaaas wapa!