miércoles, 30 de junio de 2010

No sé qué hacer con mi vida

En respuesta a vuestras preguntas lo llevo mal, muy mal.

Creo que he entrado en la fase de ver que todo es real, que nada va a cambiar, que él sigue adelante con ella y cada vez tienen más en común y más planes y menos tiempo para mí. Aunque es verdad que siempre que puede quedamos. No es un consuelo ni la buena acción del día, lo sé, pero es lo que hay.
O lo que me estoy buscando, con lo que me estoy quedando.

Hace dos findes nos fuimos los dos juntos a un hotel por aquí cerca. Estaban aquí los padres de ella y él no quería quedar. Así que nos escapamos y de verdad que hubo momentos geniales, de esos que me decía que echaba mucho de menos conmigo, de esos que solo compartimos nosotros. De risas, de pasión, de sexo, de amor, de todo un poco.
Pero también los hubo malos, cada vez que ella le llamaba y yo tenía que esperar a que terminara de hablar, y es muy pesada, le llamaba mucho.
Hace poco le dije que cuándo volverían sus padres, pero me dijo que no sabía, y que a lo mejor la próxima vez ya no podía escaquearse. Conmigo si no ha querido hacer algo no lo ha hecho aunque le haya insistido hasta la saciedad, pero con ella sí. Ahí está una de las diferencias en las que se ve que por ella siente algo que por mí no sentía, aunque lo pareciera.

Y ha habido días de fiesta desde entonces y otro finde, y él ha estado en su casa todos los días, una semana entera. A mí últimamente me decía que no podía quedarse porque a su madre no le sabía bien que no apareciera por casa en tantos días. Otra diferencia.
Podría jugar al juego de las siete diferencias, pero no quiero hacerme más sangre.
Para todos aquellos que como yo pensaban que sí que estaba enamorado de mí, ahí quedan los ejemplos. Aunque siga sin entender nada.

Y cada vez me duelen más estas cosas, porque cada vez voy descubriendo cosas nuevas, que esto avanza, y yo estoy estancada sin poder salir de este maldito agujero negro, por mucho que lo intente. Nadie tiene más ganas que yo de estar bien, de dejar de llorar al menos un día, de no sentir una punzada en el pecho cada vez que pienso en lo que hará, de dejar de tener ataques de ansiedad por si me los encuentro, de dejar de sentirme tan triste por no formar parte de su futuro, por ser solo una parte de su vida que cada vez necesitará menos.

Y juro que estoy pensando en dejarlo porque me duele mucho todo, porque los ratos buenos son muy buenos, pero cada vez se mezclan más con mis neuras, mis pensamientos, mis sentimientos. Mi dolor.
Pero pienso que si no le veo también estaré mal, también pensaré en lo que hará y seguirá su vida. Y no tendré los ratos buenos que seguimos teniendo. Y me arrepentiré por si algún día podría haber venido a casa conmigo, por si no puedo compartir un picnic más en la playa con él, o quizá otro finde.

Estoy enloqueciendo, de verdad, no es broma. Mi salud está afectada, no veo la salida. Estoy muy deprimida. Tomo valeriana para poder dormir, y por la mañana otra pastilla para levantar un poco el ánimo, aunque creo que no me está funcionando mucho. Intento olvidarme, divertirme, pero el dolor es más fuerte y me puede. En esta nueva fase ya no llevo ocho meses sin él, es como si empezara de cero al aceptar la realidad.

Sé que me lo estoy buscando, pero de verdad que no hago más que pensar en todo esto, y no veo la salida. Aunque para todo el mundo sea fácil decirme déjalo, te hará daño un tiempo y se pasará. No lo sé.

Había empezado a gustarme un tío del trabajo hace unos meses, creía que yo también le gustaba algo, pero no. No creo que nadie quiera estar conmigo, quizá soy demasiado blanda, perdono demasiado, o a saber cuál es mi fallo.
El dice que ninguno, que es cuestión de sentir o no sentir, que no he hecho nada mal. Y lo sé, he actuado como soy, como he creído conveniente, pero algo debe haber cuando ninguno se enamora de mí pero sí de las que vienen después.

No sé qué hacer con mi vida.

martes, 22 de junio de 2010

El crucero

El crucero fue muy bien. Mucha piscina, jacuzzi, comida, mojitos, ciudades nuevas y desconexión.

De todo menos de él. Como ya esperaba. Lo eché tanto de menos...
No podía evitar acordarme de él en todo momento, en lo que haríamos juntos, en cómo fue el otro crucero con él.
Igual que me confesó él un viernes bajo las estrellas, que hubo muchos momentos en los que se acordó de mí, de cómo me gustarían las cosas, de lo diferente que habría sido conmigo. De lo que echa de menos momentos como ese junto a mí.

Ya lo sé. Pues que vuelva, que se aclare, no sabe lo que quiere y lo quiere todo. Todo lo sé, todo lo que digáis.
Pero también sentía otras cosas con ella que conmigo no sentía. Y eso gana. Supongo.

lunes, 7 de junio de 2010

Es fácil

Es fácil decir que podré vivir sin él, pero me está costando media vida.

Es fácil decir que encontraré a otra persona que me merezca, pero no sé quién dice quién merece a quién.

Es fácil decir que tengo que quererme, pero yo me quiero mucho, mi único fallo es amar a alguien más que a mi vida y no ser correspondida. Por eso no me quiero y pierdo la dignidad?

Es fácil decirlo cuando no se está dentro, cuando se ha salido de algo y ya se tiene otra estabilidad, otra persona, cuando te sientes querida e importante.

Pero la realidad es que yo he perdido a la persona que más quiero en mi vida, que me siento una mierda porque hay otra que le ha enamorado y yo no he podido hacer saltar esa chispa. Que me siento imbécil a veces por ir detrás de él aún con todo. Y no puedo evitarlo.

Y me duele saber que no haré ya muchas cosas con él, que no va a formar parte de mi vida, que no sé qué será de la mía, si tendré a alguien me merezca o no. Me duele ver como la gente que me quiere lo pasa mal por mí y yo ser incapaz de salir de esto, y encima me duele cualquier cosa que le digan a él, y son muchas, y muy fuertes, las que tengo que oir.

Me duele estar tan mal que necesito hablar, sacar mis dudas y mis miedos, mis penas, y a veces no hacerlo porque sé que voy a recibir críticas contra él, que la persona a la que se lo cuento se va a enfadar por verme mal y no poder hacer nada.

Tengo que dejarlo porque él está bien con la otra chica, porque ya no tengo nada que hacer con él, porque no puedo estar esperándole eternamente. Porque si no me quiere, pues me voy.
Pero llevarlo a la práctica es muy difícil, y se me hace imposible, y no quiero sacarlo de mi vida.

Para compensar este sábado me voy de crucero con una amiga del trabajo. Tengo muchas ganas, me apetece un montón, y quiero desconectar y divertirme. No es muy largo, son solo 6 días, pero
al menos saldré que hace siete meses, desde que lo dejé con él, que no he hecho ni excursiones ni escapadas ni nada.

Espero poder olvidarme de todo, aunque no creo que pueda olvidar cuatro años y tanto amor en unos días por alta mar.

miércoles, 2 de junio de 2010

No puedo apartar la oscuridad de mi camino

El dolor es una casa donde las sillas han olvidado cómo sostenernos.
los espejos cómo reflejarnos,
las paredes cómo contenernos.
El dolor es una casa que desaparece cada vez que alguien llama a la puerta o al timbre
una casa que vuela por los aires con la mínima brisa
que se entierra hondo en la tierra mientras todos duermen.
El dolor es una casa donde nadie puede potegerte
donde la hermana menor se hará mayor que la mayor
donde las puertas ya no te dejan entrar ni salir.


Tanto el título como esto, lo he sacado del último libro que he leído y me ha encantado. Trata de una chica que pierde a su hermana mayor, y habla del sentimiento de pérdida, del dolor, y la verdad que me he sentido muy identificada. También habla de encontrar el amor, pero con eso todavía no puedo decir que me haya sentido identificada, si acaso, recordando lo que tenía con mi niño.

No concibo la vida sin él, me da miedo un futuro en el que no esté. Tenía tantos planes, me sentía tan protegida a su lado que ahora me siento abandonada, insegura, vulnerable y totalmente sensible a todo.
Sé que no ha muerto, pero me duele saber que quizá, lo más seguro, no vuelva a ver su maleta en mi salón, que no volveré a tener su olor en mis sábanas, que ya no brindaremos con esas copas que están en el armario. El sofá no volverá a tenernos a los dos encima, abrazados, besándonos o haciendo el amor. Que este teclado no volverá a sentir sus dedos por encima, ni oiré las risas cuando vemos los videos que me quiere enseñar.

Un día de estos que estuvo en casa, cuando terminamos de hacer el amor, aún no se había separado de mí y se fijó en el libro, leyó el título: El cielo está en cualquier lugar, y añadió, y yo acabo de estar allí.